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¿Están preparadas las distintas regiones del mundo que hoy sufren conflictos para enfrentar muertes masivas por COVID-19?

La respuesta de emergencia a la COVID-19 debe incluir consideraciones hacia aquellos que mueren por esta enfermedad.

Debe hacerse todo lo posible para asegurar el entierro oportuno, digno y adecuado de los muertos.

Nuestro temor es que, a menos que haya planes sobre cómo manejar los muertos, los cuerpos podrían ser dispuestos de manera apresurada en tumbas anónimas.

Para una familia de luto, esto significa no poder cerrar el duelo con un entierro, o tener un lugar para visitar y llorar a su ser querido.

Nuestras directrices sugieren que a cada cuerpo se le debe asignar 2,07m² de espacio.

Esto significa que si 50.000 personas mueren de COVID-19, se necesita un espacio equivalente a 14,5 de canchas de fútbol.

Si 100.000 personas mueren de COVID-19 esto significaría que se necesita un espacio equivalente a 793 canchas de tenis.

Si 250.000 personas mueren de COVID-19 se necesita un espacio equivalente al Vaticano.

La tierra es un recurso finito. Como la mayoría de los casos y muertes de COVID-19 ocurren en ciudades, los sitos para enterrar a los muertos se convertirán en un bien escaso.

Esto hace que la planificación de cómo se manejarán las muertes por COVID-19 de forma segura y con dignidad sea aún más importante, por respeto a las vidas perdidas y a los seres queridos que dejan atrás.

Necesitamos apoyarlos para poder enfrentar otra amenaza más a la vida de las personas en los países devastados por la guerra.

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